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Desde los comienzo de la humanidad el hombre ha trabajado las materias primas para conseguir herramientas que le hiciesen la vida más fácil. De igual forma, y como elemento ornamental, se usaban piedras y metales para la decoración. En un principio se consiguió dar forma a las piedras, y posteriormente con el avance del tiempo se logró domar materiales tales como el metal. Todo ello dio paso a nuevas profesiones. La joyería no estuvo al margen de tal evolución y se convirtió en un oficio artesanal cada vez más sofisticado debido a la habilidad que tenían los maestros orfebres para dar forma a los metales y las gemas. Con el uso de las gemas para la joyería nacieron otros oficios tales como el estudio de las gemas; la gemología.

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En un principio muchas de las gemas se consideraban auténticas maravillas por la creencia de que tenían elementos mágicos así como propiedades sagradas. Se pensaba que algunas gemas podían sanar determinadas enfermedades, otras eran desechadas por la creencia de que daban mala suerte. Otras, por el contrario, se decía que traían buena suerte a quienes las portaban. A fecha de hoy siguen existiendo determinadas creencias en este sentido, siendo que la esmeralda se considera una gema que atrae la buena suerte. Con el paso de los años, el desarrollo industrial ha permitido que determinados metales y gemas sean utilizados para determinados sectores industriales. El diamante en polvo es un claro ejemplo de cómo, y debido a su dureza, ha ido implementándose en diversos sectores de la industria tales como el petrolífero a través de las brocas con polvo de diamante.

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